Ya que hace “biruji”, hoy vamos de clásicos de mi tierra (Véneto), típicos de la tradición campesina: pasta e fasoi y fasoi in potacin. Os cuento los dos platos porque, desde que, por comodidad y para aprovechar todos los productos, me enseñaron a hacerlos a la par, siempre los hago así. No hay nada difícil, ya veréis. El primer plato es un caldo de judías con pasta fresca; el segundo consiste en utilizar parte de las judías del caldo y hacerlas en húmedo.
Hay diferentes variantes, según la región y os diría que según la receta heredada de cada madre o abuela 🙂
Aquí os presento la mía, que espero probéis y que os guste.
Ingredientes:
500 g de judías pintas
1 lata de tomate natural triturado
2 patatas
1 zanahoria
1 tallo de apio
2 cebollas pequeñas
1 rama de romero
aceite
sal, pimienta, pimentón dulce/picante (según los gustos)
Para la pasta: cualquier tipo de pasta corta irá bien. Si queréis hacerla vosotros mismos, aquí van los ingredientes (para 2 personas):
100 g de harina
1 huevo grande
1 pizca de sal
Procedimiento:
Poner las judías en un bol con agua y dejar reposar durante la noche (o, cómo mínimo, por 8 horas).
Escurrirlas, lavarlas y ponerlas en una olla a presión, con las patatas, una cebolla, la zanahoria y el apio. Añadir un poco de tomate triturado (menos de media lata, aprox), agua hasta cubrirlo todo y a cocinar por 40 minutos desde el silbido. Si no tenéis olla a presión, la cocción es de un par de horas.
Fasoi in potacin: cuando ya falta poquito, preparar, en una sartén, el sofrito con la otra cebolla. Una vez abierta la olla, sacar 2/3 de las judías y ponerlas en la sartén con el sofrito. Añadir lo que quede de tomate triturado, el romero y dejar que las judías cojan sabor y la salsa se espese. Salpimentar y espolvorear un poco de pimentón. Guardar en tarros, una vez enfriadas. Se pueden congelar sin problemas.
Volviendo al caldo, ahora sólo queda coger el minipimer y triturar todo lo que ha quedado en la olla a presión. Tiene que resultar un caldo bastante espeso; pero, si veis que está quedando más crema que caldo, añadir un poco de agua. El caldo también se puede congelar sin problemas.
Ahora bien, el último paso es unir la pasta con el caldo. Para ello, calentamos el caldo en una olla (son 4 cazos por persona) y, cuando rompa a hervir, echamos la pasta. Una vez lista, ajustar de sal, pimienta, dibujar un hilo de aceite y, si os gusta, un trozo de parmesano le queda muy bien.
No me he olvidado de la pasta fresca. Para hacerla, es un momento: hacer un volcán con la harina, en medio poner el huevo y la sal. Amasar (no demasiado rato) hasta obtener una masa elástica y uniforme. Sólo si es necesario, añadir un poco de agua. Envolver en film y dejar reposar media hora.
Estirar, con la máquina o con el rodillo, hasta conseguir un grosor muy fino y cortar con un cortapizza o con un cuchillo. La pasta que habréis obtenido se llama maltagliati, que significa “mal cortados” por la manera de cortar los trozos.
En fin, espero que probéis las recetas, que experimentéis con los maltagliati, que me preguntéis cualquier duda que os surja y, sobre todo, que disfrutéis de estos ricos platos de la cocina véneta 🙂
Un abrazo y buen provecho.