Imaginad esta situación:
Es domingo… se acerca la hora de la comida y del antojo de pan. Por supuesto, en la despensa no queda ni una miga. El horno de pan de la esquina acaba de cerrar y no tenéis ninguna gana de salir a buscar alguno abierto…
Pues bien, os propongo una solución fácil, rápida y deliciosa… no podréis resistirle, jejeje… se trata de la focaccia, un tipo de pan muy típico en Italia. Creo que la más famosa es la de Génova, aunque la receta que hoy comparto es diferente pero, no por eso, menos rica 😉 Lleva en mi cuaderno de recetas mucho tiempo y me encanta la idea de compartirla para que vosotros también la probéis.
Se puede preparar con amasadora o a mano; es indiferente. Si empleáis la amasadora, usar el gancho a espiral. Ya me diréis qué tal 🙂

Ingredientes:
300 g de harina
1 vaso de leche
1/2 vaso de aceite
1 cucharadita de sal
1/2 cubo de levadura fresca o 1/2 bolsita de levadura deshidratada
romero y sal gorda
Preparación:
Mezclar la levadura con la leche tibia. Si usáis la deshidratada, disolverla en 1/3 de la leche, añadiendo 1/2 cucharadita de azúcar o miel. Dejar reposar 10 minutos, hasta que se forme una buena espuma. Con la fresca, basta con desmenuzarla y unirla al vaso entero de leche.
Mezclar la harina con la sal. Añadir la leche con la levadura y el aceite. Amasar por unos 10 minutos.
Añadir el romero, acabar de amasar y estirar la masa con los dedos en una fuente (no hace falta engrasarla).
Cubrir con un trapo húmedo y dejar reposar una hora o hasta que doble el volumen.
Sacar el trapo y hundir los dedos en la masa, formando “hileras” de huequecitos en toda la superficie.
Esparcir sal gorda sobre la focaccia y meter en el horno a 180ºC por 25-30 minutos.
Ya está, domingo salvado 😉
Si os quedara focaccia………. ……………. jajaja, en este remoto caso, se puede guardar en una bolsa de plástico (las de congelación) y se mantiene un día más. También se puede cortar en trozos y congelar en las mismas bolsas.
